Verdades incómodas sobre el TDAH y el sistema nervioso

 

Nos aburrimos con facilidad, somos personas sensibles a las distracciones, creativas e intensas. Si creciste con TDAH, es probable que siempre te sintieras “diferente”. Ahora tienes aquí una explicación científica, por fin, de por qué actuamos como lo hacemos.

 

Escrito por William Dodson, M.D.
Traducido por la Dra. Elena Díaz de Guereñu
Texto original en inglés

Algo que he llegado a comprender – y que las personas con TDAH saben desde pequeñas – es que tener un sistema nervioso con TDAH es como haber nacido en otro planeta.

La mayoría de las personas con TDAH siempre han sabido que son diferentes. Sus padres, maestros, jefes, cónyuges y amigos les decían que no encajaban en el patrón común y que tenían que ponerse pronto las pilas si querían hacer algo en la vida.

Como si fueran inmigrantes, les decían que se asimilaran a la cultura dominante y se volvieran como los demás. Desgraciadamente, nadie les dijo cómo hacerlo. Nadie les reveló el gran secreto: no podrían, por mucho que lo intentaran. Sólo cosecharían fracasos, empeorados por la acusación de que nunca tendrían éxito porque el TDAH en adultos significaba que no dedicaban el suficiente esfuerzo o no durante el suficiente tiempo.

Parece extraño llamar trastorno a algo que tiene tantas características positivas. Las personas con un sistema nervioso de tipo TDAH suelen ser muy buenas solucionando problemas. Se adentran en problemas que han dejado perplejos a los demás y encuentran la respuesta. Son personas afables, simpáticas y con sentido del humor. Tienen lo que Paul Wender llama “determinación incansable”. Cuando se enganchan a un desafío, lo abordan de diferentes maneras hasta que consiguen dominarlo – y pierden todo interés cuando ya no es un desafío.

Si tuviera que nombrar las cualidades que aseguran el éxito en la vida, diría: ser inteligente, usar esa inteligencia de modo creativo y ser popular. También elegiría ser trabajador y servicial. A mí me gustaría tener muchos de los rasgos de las personas con TDAH.

El principal obstáculo para comprender y manejar el TDAH ha sido la suposición, implícita e incorrecta, de que las personas con TDAH podrían y deberían ser como las demás. Tanto para las personas neurotípicas como para las adultas con TDAH, he aquí un retrato detallado de por qué quienes tienen déficit de atención hacen lo que hacen.

Por qué no funcionamos bien en un mundo lineal

El mundo TDAH es curvilíneo. El pasado, el presente y el futuro nunca están separados ni son distintos. Todo es ahora. Las personas con TDAH viven en un presente permanente; les cuesta aprender del pasado o mirar hacia el futuro para ver las inevitables consecuencias de sus acciones. “Actuar sin pensar” es la definición de impulsividad y una de las razones por las que las personas con TDAH tienen dificultades para aprender de la experiencia.

También significa que a las personas con TDAH no se les da bien la organización: planificar y hacer cada parte de una tarea en su orden. Las tareas, en el mundo neurotípico, tienen un comienzo, un estado intermedio y un final. Las personas con TDAH no saben dónde ni cómo comenzar, pues no pueden encontrar el principio. Se lanzan a la mitad de la tarea y trabajan en todas las direcciones a la vez. La organización se convierte en una tarea insostenible, porque los sistemas de organización se basan en la linealidad, la importancia y el tiempo.

Por qué nos sentimos abrumados

Las personas del mundo TDAH experimentan la vida de una manera más intensa y apasionada que las neurotípicas. Tienen un umbral bajo para las experiencias sensoriales externas, porque la experiencia cotidiana de sus cinco sentidos y de sus pensamientos siempre está con el volumen alto. El sistema nervioso TDAH se siente abrumado por las experiencias vitales, porque son de una enorme intensidad.

Un sistema nervioso con TDAH rara vez está en reposo. Quiere estar metido en algo interesante y desafiante. La atención nunca tiene “déficit”. Siempre es excesiva, está constantemente ocupada en ensoñaciones y debates internos. Cuando las personas con TDAH no están concentradas – en hiperfoco – tienen cuatro o cinco cosas rondando por su cabeza, todas a la vez y sin motivo aparente, como si hubiera cinco personas hablándote a la vez. Ninguna consigue una atención completa y sostenida. Ninguna se hace bien.

Muchas personas con TDAH no pueden filtrar la información sensorial. A veces esto afecta a un solo dominio sensorial, como la audición. De hecho, el fenómeno se llama hiperacusia (audición amplificada), aun cuando la interrupción provenga de otro sentido. He aquí algunos ejemplos:

  • El más mínimo sonido en la casa no le deja dormir y desborda la capacidad de ignorarlo.
  • Cualquier movimiento, por pequeño que sea, supone una distracción.
  • Ciertos olores, que otros apenas notan, hacen que una persona con TDAH abandone la habitación.

Las personas con TDAH ven su mundo constantemente interrumpido por experiencias que un neurotípico desconoce. Esta alteración refuerza la percepción de la persona con TDAH como alguien raro, quisquilloso y absorbente, alguien de quien hay que estar siempre pendiente. Pero es lo único que las personas con TDAH han conocido. Es lo normal para ellas. La sensación de ser diferentes y de que esa diferencia resulte inaceptable para los demás ha llegado a formar parte de su imagen. Es parte de su identidad.

A veces, una persona con TDAH puede llegar al final de un plazo “a vida o muerte” y producir mucho trabajo de gran calidad en poco tiempo. Todo un semestre de estudio se embute en una sola noche de perfección hiperfocalizada. Algunas personas con TDAH provocan la crisis para generar la adrenalina que les pone en marcha y les hace funcionar. Los “maestros de los desastres” manejan con facilidad las crisis de gran intensidad, pero se vienen abajo cuando las cosas vuelven a la rutina.

Sin embargo, pasar de una crisis a otra es una difícil forma de vivir. De vez en cuando me cruzo con personas que recurren a la ira para producir la adrenalina que necesitan para arrancar y ser productivas. Resucitan resentimientos o desaires de años atrás para motivarse. El precio que pagan por esa productividad es tan alto que puede llegar a acabar en trastornos de la personalidad.

Por qué no siempre conseguimos hacer las cosas

Las personas con TDAH se sienten desconcertadas y frustradas por esa intermitente capacidad de ser sobrehumanas cuando algo les interesa, pero incapaces de comenzar y sacar adelante proyectos que les resultan aburridos. No es que no quieran cumplir los objetivos, o que no sean capaces de hacer la tarea. Saben que son inteligentes y capaces, porque lo han demostrado muchas veces. La frustración que arrastran toda su vida es no tener nunca la seguridad de que se pondrán en marcha cuando sea necesario, cuando se espere que lo hagan o cuando otros dependan de ello. Cuando las personas con TDAH se consideran a sí mismas poco fiables, empiezan a dudar de su propio talento y a avergonzarse de que no se pueda confiar en ellas.

El estado de ánimo y el nivel de energía también varían con el grado de interés y desafío. Cuando se siente aburrida, poco implicada o atrapada o en una tarea, la persona con TDAH es apática, camorrista e insatisfecha.

Por qué tenemos el motor siempre en marcha

En la mayoría de las personas con TDAH, al llegar la adolescencia, la hiperactividad física se traslada al interior y se oculta. Pero sigue ahí, y afecta todavía a la capacidad de centrarse en el momento, escuchar a otras personas, relajarse lo suficiente para dormirse por la noche y tener períodos de paz.

Así que, cuando la distraibilidad y la impulsividad vuelven a los niveles normales gracias a la medicación, una persona con TDAH puede no ser capaz de hacer uso de su estado de calma. Todavía es impulsada hacia adelante como si tuviera un motor interior, oculto para el resto del mundo. Al llegar la adolescencia, la mayoría de las personas con sistema nervioso tipo TDAH han adquirido las habilidades sociales necesarias para disimular cuando no están presentes.

Pero rara vez se salen completamente con la suya. Cuando vuelven a sintonizar lo que sucedía mientras estaban perdidos en sus pensamientos, el mundo ha avanzado sin ellas. Oh-oh. Están perdidas y no saben lo que pasa, lo que se han perdido y lo que ahora se espera de ellas. Su reingreso al mundo neurotípico es desagradable y desorientador. Para las personas con TDAH, el mundo externo no resulta tan brillante como las fantásticas ideas que tenían mientras estaban perdidas en sus propios pensamientos.

Por qué la organización se nos escapa

La mente TDAH es una biblioteca extensa y desorganizada. Contiene gran cantidad de información en fragmentos, pero no libros completos. La información existe en diversas formas – artículos, videos, clips de audio, páginas de Internet – y también en formas y pensamientos que nadie ha tenido antes. Pero no existe ningún catálogo y los “libros” no están organizados por temas, ni siquiera por orden alfabético.

Cada persona con TDAH tiene su propia biblioteca cerebral y su propia forma de almacenar todo ese material. No es de extrañar que cualquier persona con TDAH no pueda acceder a la información correcta en el momento en que la necesita; no existe un mecanismo fiable para localizarla. Los artículos importantes (importantes para otros) no tienen un lugar fijo, y también podrían ser invisibles o estar completamente perdidos. Por ejemplo:

Un niño con TDAH llega a casa y le dice a su madre que no tiene deberes. Ve la televisión o juega a videojuegos hasta la hora de acostarse. Entonces recuerda que tiene que entregar un trabajo importante al día siguiente. ¿Estaba el niño mintiéndole conscientemente a su madre o realmente no era consciente de esa tarea tan importante?

Para una persona con TDAH, la información y los recuerdos que no están a la vista tampoco están en la mente. Su mente es un ordenador en RAM, sin acceso fiable a la información del disco duro.

La memoria de trabajo es la capacidad de tener datos disponibles en la mente y de manejar esos datos para obtener una respuesta o un plan de acción. La mente de una persona con TDAH está llena de minucias (“¿Dónde están mis llaves?”, “¿Dónde he aparcado el coche?”), por lo que apenas queda espacio para nuevos pensamientos y recuerdos. Hay que descartar u olvidar algo, para dejar sitio a nueva información. A menudo, la información que las personas con TDAH necesitan está en su memoria… en alguna parte. Pero no está disponible a demanda.

Por qué no nos vemos con claridad

Las personas del mundo TDAH tienen poca autoconciencia. Si bien a menudo pueden leer bien a los demás, es difícil para cualquier persona con TDAH saber, en cada momento, cómo se encuentra, el efecto que tiene sobre los demás y cómo se siente al respecto. Los neurotípicos malinterpretan esto como insensibilidad, narcisismo, indiferencia o ineptitud social. La vulnerabilidad de una persona con TDAH a los mensajes negativos de otros y su incapacidad de observarse en el momento, forman la tormenta perfecta.

Si una persona no puede ver lo que sucede en el momento, se rompe el ciclo de retroalimentación que le sirve para aprender. Si una persona no sabe qué está mal o por qué está mal, no sabrá cómo solucionarlo. Si una persona con TDAH no sabe qué está haciendo bien, no volverá a hacerlo. No aprende de la experiencia.

La incapacidad de la mente TDAH para discernir cómo van las cosas tiene muchas implicaciones:

> Muchas personas con TDAH se dan cuenta de que los comentarios que reciben de otras personas son diferentes de lo que ellas mismas perciben. Descubren con frecuencia (y a menudo demasiado tarde) que las otras personas tenían razón desde el principio. Sólo cuando algo sale mal pueden ver y comprender lo que para los demás era obvio. Entonces, llegan a pensar que no pueden confiar en sus propias percepciones sobre lo que sucede. Pierden confianza en sí mismas. Aunque lo discutan, muchas personas con TDAH nunca están seguras de tener razón sobre nada.

> Es posible que las personas con TDAH no puedan reconocer los beneficios de la medicación, aunque sean evidentes. Si un paciente no ve los problemas del TDAH ni los beneficios del tratamiento, no encontrará motivos para continuar éste.

> Las personas con TDAH se sienten a menudo incomprendidas, poco apreciadas y atacadas sin motivo. La alienación es un tema común. Muchas piensan que quizá sólo otra persona con TDAH podría “entenderles”.

Por qué nos resulta difícil gestionar el tiempo

Como las personas con TDAH no tienen un sentido del tiempo fiable, todo sucede en este mismo momento o no sucede. Junto con el concepto de ordenación (qué hay que hacer primero, qué viene después) debe existir también el concepto de tiempo. Lo primero en la lista debe hacerse primero, y debe quedar tiempo para hacer toda la tarea.

He podido observar que el 85 por ciento de mis pacientes con TDAH no lleva, o no tiene, reloj. Más de la mitad de los que llevan reloj no lo miran, sino que lo usan como adorno o para no ofender a quien se lo ha regalado. Para las personas con TDAH, el tiempo es una abstracción sin sentido. Parece ser algo importante para los demás, pero las personas con TDAH nunca le han pillado el truco.

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